lunes, 12 de febrero de 2024

CsO

Es el sentido que me apresa 
Presa amotinada de palabras
Nenúfar, quiero decir nenúfar y que sea tu columna vertebral flotando en mi mano
Quiero decir mi mano y digo mi boca y adentro vos y afuera una cosa sin volumen
Me apresan 164 centímetros de insoportables jerarquías
Verticalmente impuestas
Quiero que a mi hombro le digas rodilla, que nos besemos los pliegues del ombligo
Arrancarte el estratificado orden del sexo
Matar el sentido que separa la caricia del cachetazo
No quiero el verbo querer
No quiero quiero, quiero onomatopeyas 
Una constante en el sonido y silencios microscópicos 

viernes, 26 de enero de 2024

Nuevos restos

A veces creo que me entero tarde las cosas, como a lo último.
Como cuando limpiando la mesa, arrastrando el vino, las migas, las cenizas.
¿Sabes cuántas veces limpié la mesa esta semana? Yo tampoco, pero las suficientes como para enterarme.
Ya pienso que adquiero presencia en cualquier cosa, la verdad. 
Es difícil hacerme entender, tendría que filmar, porque decir cuesta bocha de ritmo.
Primero las migas.
Cuesta desentenderse del sentido para entenderse en la cadencia de las formas atravesando el tiempo.
Después las cenizas.
¿Cómo te explico el paño amarillo manchándose cada vez?
Ahora el vino.
Se me pasa el día limpiando una mesa que casi no uso, en la que casi no me siento. Todo se ensucia, se lava y se usa.
Quizás por eso a veces dejo la mesa como está y los platos en la bacha hasta el otro día, para que algo dure, dure el tiempo amante de un lugar. 
¿Ama el tiempo algún espacio? ¿Ama cada vez?
Sí, como que me enteré cuando le di dos vueltas a la llave, justo al borde de quedarme dormida, era algo así como tu voz diciendo cualquier cosa con ternura. O la mía:
¿Querés ser mi amigo? ¿Te gustaría hacer una canción? 
¿Cómo está tu hermana, y tus padres?
¿Querés ser mi amigo después de haber sido mi amante?
Puedo compartirte migajas y manchas de vino. No es mucho pero las arrastro con una paciencia envidiable eh.
Por favor, volcá las cenizas en el cenicero esta vez, ese que está al lado de todo eso que trataste de decir y que todavía chorrea sobre la mesa.
Tratamos muchas otras cosas, menos limpiar la mesa, no se podía, estaba llena de tus cosas, no había cómo pasar la franela, no cabía un alfiler. No hubo lugar y el tiempo se quedó en la mugre pegada a la mesa.
Es una cosa de todos los días, ¿sabes?
Esto de lavar y usar y pasar y repasar, arrastrar las migas, sacar el vino.
¿Quedará alguna ceniza de marzo? ¿Alguna partícula de sal?
Yo por las dudas vuelvo a limpiar, aunque cada tanto me olvide por qué.
Como ahora, que me gustaría que usaras el cenicero nuevo. ¿Viste? Es una flor de bronce, orgánica y fría, brillante y maciza, como yo. 
Igual a vos no te va a gustar, si querés te traigo el de madera, el que usabas, el que está muy viejo y por alguna razón siempre húmedo.
Ya sé, me estoy enterando todavía.
Supe de vos de cerca, lo suficiente como para ir enterándome. Es todo esto de la ternura y de la voz, era como que no sabías otra manera, ¿no?
Migajas, miguitas, gotitas, cenizas.
Me parece enterarme ahora mismo, mientras las limpio, pero como desde otro tiempo, desde otro lugar. 
Cada vez que pongo en orden la mesa, aparece otra cosa. 
El sol entra distinto al día siguiente, me doy cuenta acomodando el florero. Y el cenicero sigue húmero aunque lo vacíe a diario. Me entero en los detalles, en la ceremonia minuciosa de escritura, en el cada día con paciencia, en la extraña dedicación...
Me entero limpiando ahora que tal vez espero nuevas visitas.

Perimetral / Otra plegaria obscena y Sbarriana

Dos de tres y acá sentada esperando que se te pare. Perdón, digo, que te separes.
Dos de tres y una reputación que hace metástasis.
Dos de tres y no me alcanza.

¿Cuánto falta para que me detestes?

Quiero que te enteres y me odies, que sepas de mi obsesión y te dé asco.
Que me veas y te genere rechazo la idea de tocarme.
Que ese rechazo se sienta obsceno.
Quiero darte pena, vergüenza. Que pienses en mí y te incomodes, parecerte estúpida y banal. Que te persigas.
Que te cuenten cómo se los hice y te genere una repulsión sin precedentes, un horror que un poco te sorprenda.
Que te suba la náusea, que te sea inapelable,
hasta llegar a la fascinación en lo horroroso, hasta que no puedas parar de pensarme.
Quiero volverme inevitable por las malas, que te acose saber de mis ganas.
Que te acuestes con ella y te atrapes pensándome y te asustes.
Que la acaricies y me imagines tocándome mientras te pienso y te nombro.
Que te llegue mi susurro perverso, tu nombre pronunciado en un jadeo.
Que la beses apurado y te encuentres mordiéndola molesto.
Que me evoques cogiéndome al resto, que te perturbe y te encante saber que me los cojo pensando en vos.
Que la idea te llene la pija, que se te ensanche con dolor.
Que te la chupe y pienses en lo que te contaron que sé hacer con la boca y con la lengua.
Que no puedas mirarla a los ojos por la vergüenza que te da calentarte con esta regalada de mierda.
Que tengas que darla vuelta para no verla y que mi voz te aturda y mi cuerpo te cegue. Que lo disfrutes.
Que se la pongas con bronca y con violencia.
Que me odies y te odies y te enloquezca toda esa mezcla inmunda.
Que te pida que sigas y no aguantes porque ya me sentís a punto de acabar, porque me imaginás retorciendo los ojos, apuñalando los tuyos con mis pupilas paranoicas, pidiéndote que me acabes, que me arruines, que me desprecies la cara, las tetas, el culo.
Que acabes, y que te duela con un placer desmesurado.
Que me acabes, y me susurres vos a mí.
Y que ella te bese, te bese con amor y a vos te den de nuevo náuseas.
Que pienses en que la amás y que no lo sientas, que te asalte la duda.
Que me desees de vuelta, que me desees con desesperacion, que me desees enajenado, que me desees muerta.

domingo, 14 de enero de 2024

Fin de año y coso

Este es el fin de la fiesta

Aprieta el pecho 

La paz allá en la almohada 

Y los zapatos que me quedan chicos


Este es el final del viaje

El último día

Vamos despidiendo al mar

Y la nostalgia copula con la espera

                                   En esta hora de nada

En la mirada suspendida 

                           El vamos que no decimos porque tristeza y coso


Son las seis de la tarde

Privilegiada hora para el llanto

No cruzamos el umbral

No nos vamos todavía

                                 porque es el final pero sobrevive el epílogo

Y 500 kilómetros

Las 50 cuadras y el relleno de nuestras voces sanateando


El aire nos quiere sacar de encima y nosotros que si callamos morimos


Es fin de año

lo perdido me toca los talones

Un timelapse de caricias y ausencias

Y hemos bailado tanto que me duelen los pies 

Por eso el tiempo nos alcanza el paso

Porque estamos cansados y la nostalgia se está besando con el porvenir


Pero porfiamos otro intento mientras se nos cierran los ojos

Damos lo que nos quedó

En ese diálogo farsante

adentro de un auto

                             En la puerta de una casa 

Queremos robarle un poco más de tiempo

Damos lo que nos quedó 

de amor y de esperanza 

en ese mate lavado

En el kilómetro 250

Y un chiste con sabor a esfuerzo

lunes, 8 de enero de 2024

Kol Nidrei

Es domingo, afuera llueve.
El Kol Nidrei tiene un fondo de vinilo culpa de las gotas que golpean las hojas de los plátanos.
Me parece volver a enamorarme de mi primer amor. Me parece que el pecho se me inunda de poesía, de su mirada tímida atravesando la orquesta, encontrándose con la mía.
Soy yo la que llueve. Lloro sobre el lugar al que van todos los amores que dejaron de ser, que no son, que no fueron.
Cientos de recuerdos condensan una lágrima.
Todos se fueron. Quedo yo, esto detenido. Y la brisa que se abre camino por la ventana, como una estela venida de otro tiempo.
Queda la lágrima envuelta en diamante opaco, en bruto, empañado, sin pulir. Quedó esto que se desconoce en la muerte.

Se han roto tantos puentes con el temporal. Yo del otro lado y allá el mundo. Y el Kol Nidrei que me arranca lágrimas de esperanza vestidas de nostalgia.
El Kol Nidrei como una bóveda, todos mis muertos, todas mis muertes. El Kol Nidrei, rayo de sol a través de la ventana del nicho.

Otra vez el cementerio, paseo en el que cortejo perversamente a mis amantes. Entre tumbas me escabullo, los dejo a solas con la angustia, les cuento el final de todas las historias, suavizo la crueldad con un beso. Elijo la bóveda más abandonada y señalo:
"ahí estoy yo". Y el futuro que de nombrarlo acontece.
Ahí estoy yo, mirá la luz como no alcanza a tocarme. De mí salen gusanos y ese perfume a verdad última, humor del cuerpo.
No hay otro cajón, acá estoy sola, como vine al mundo, en profunda y asumida soledad. 
Allá quizás estás vos, como durmiendo cerca pero lejos. Al otro lado, en lo que no es y ha sido.
Ya es tan tarde, lo único posible para nosotros es un olvido común. Y esta brisa de otro tiempo que nos mezcla en un sueño eterno. Y alguien que se asoma en la ventana y nos presiente, alguien que señala y se reconoce, que cuenta una historia parecida a la nuestra, alguien que llora escuchando el Kol Nidrei.

miércoles, 29 de noviembre de 2023

Ahí pero ¿dónde, cómo?

Que me digan qué,
que me digan cómo es que el qué
se vuelve algo sin evocar el medio.

Entonces que me digan mejor cómo.
Qué sé yo cómo se abre el laberinto,
cómo se accede a algo que está afuera
en la superficie.

Que me digan dónde sino,
si es que al final se trata de topología poética.
¿Dónde o por dónde se entra para salir
o se sale para entrar?

Por ahí es por ahí,
en eso, ahí donde no hay.
Hago pie en el punto que no existe,
en la respuesta que no llega.

Latitud puerta, longitud umbral.
Sería como un mapa entonces,
uno sobre mi territorio maldito.

¿Y si es des-territorializando el cuerpo de la mente?
Medio que me quedo sin agarre,
y la brújula tironea mintiendo un norte de sentido, 
jodiendo justo en el lugar del enigma.

Entonces, ¿cómo era?
Por ahí pero, ¿cómo?
Justo ahí pero, ¿dónde, quién?


Todo bien, igual

No me soporto
ni en mí ni en ti
ni en nadie

No me soporto a cada rato
tratando de hurgarme 
de rascarme la picazón por dentro

No soporto este enjambre sísmico
que no se agota
no se gasta la tinta
no se acaba el papel

No me agoto de no soportarme
soy terca en mi hastío
tengo sueño y me porfío en letras
eslabones de letras que no me dicen
que nombran maldiciendo

No me soporto
en las horas
en la entrada de luz por la ventana
en el sol abrasando mi piel
en la oscuridad de la madrugada

No me agoto
no me dreno
no se quita esto que sería yo dentro de mí
El pliegue replegado que se sofoca sobre sí mismo

No me soporto pero no me suelto
no me abandono 
no me distraigo
sufro un egoísmo griego
me miro y me observo en el reflejo

Me miro
infatuada me miro
me ausculto el ánimo del tendón tenso
todo el tiempo
me diagnostico poéticamente 
en un estado de catarsis sin goyete
en una irritabilidad obscena

CsO

Es el sentido que me apresa  Presa amotinada de palabras Nenúfar, quiero decir nenúfar y que sea tu columna vertebral flotando en mi mano Qu...